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La de Dokken es una de tantas historias
rockeras de egos y personalidades enfrentadas que suelen darse entre
cantantes y guitarristas y que, también en este caso, acabaron con
uno de los grandes grupos de los ochenta por las luchas entre Don
Dokken y George Lynch.
Tras su separación y posterior vuelta las
cosas no cambiaron y, una vez fracasado un nuevo intento en los
últimos años, ahora tenemos a tres cuartos de la formación clásica
(vamos, el grupo completo sin Don) en un nuevo proyecto originalmente
llamado Tooth & Nail que por problemas legales han tenido que
cambiar a T&N.
Cuentan Lynch y Pilson que esta
nueva colaboración (recordemos que ya grabaron un buen pero poco
valorado disco, “Wicked underground”) nació tras estar
trabajando ambos en ideas para un disco de Lynch Mob, pero que el
resultado no se adaptaba al sonido del grupo y así nació Tooth &
Nail.
Brian Tichy (que también toca en Mob) sugirió la idea de
llamar al hasta hace poco batería de Dokken, Mick Brown, y añadir
unos cuantos clásicos regrabados, una idea que no hubiera estado mal
si hubiera tenido otro enfoque (el de añadirlos como un cd adicional
a modo de bonus).
En cuanto a lo que es estrictamente el
material nuevo, el equilibrio entre las raíces clásicas y el toque
actual está perfectamente conseguido. El disco se abre con el tema
que le da nombre, “Slave to the empire”, una canción que no
hubiera desentonado en un hipotético disco de los Dokken clásicos
reunidos, un buen riff de Lynch, una base rítmica potente y unas
buenas melodías.
Después se abre paso un tema de aire más actual,
“Sweet unknown”, con un gran trabajo de guitarra a lo largo de
toda la canción y un Pilson que pese a no ser un vocalista con todas
las de la ley cumple con su trabajo. Otro tema de sabor más clásico
es el medio tiempo “Rhythm of the soul”, un tema que termina
siendo contagioso en cuanto a su riff principal le acompaña el
estribillo.
Y sin duda uno de los mejores momentos del disco es el
oscuro y por momentos progresivo “When eagles die”, que se abre
con unas acústicas que agregan una chispa de misticismo y que siguen
arropando casi todo su desarrollo, asimismo Lynch ofrece todo lo
mejor de su catálogo con un riff agresivo al principio, partes más
melódicas y la guinda con un buen solo. La tónica general de los
otros tres temas nuevos sigue por la misma senda y en conjunto
ofrecen un trabajo bastante homogéneo y disfrutable que deja con
ganas de más, pero para ello habrá que esperar a un segundo volumen
que parece que está en camino junto con otra tanda de
regrabaciones.
Y volviendo al tema de los clásicos,
aunque en general se adapta el sonido a los tiempos actuales sin
perder la esencia que los hizo grandes, no aportan grandes novedades,
destacando “Alone again” que recibe un buen tratamiento por
Sebastian Bach, y el siempre genial “Tooth and nail” al que Doug
Pinnick da un toque diferente. El que sale peor parado en el apartado
vocal es “Kiss of death” ya que la voz de Ripper Owens no sirve
para un tema de estas características aunque se haya buscado un
enfoque más agresivo.
En definitiva, un buen disco que sabe
actualizar lo que en sus buenos y grandes tiempos ofrecieron Lynch,
Pilson y Brown y que hubiera sido todavía más redondo si se
hubieran añadido más temas nuevos y dejado la regrabaciones como
regalo para una edición limitada.
Albytor
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