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NOVEDADES 2014 |
Tipos como éstos, con un par de
pelotas, se meten, como power trío, a emular y recordarnos cosas que
harían sonreír a Cream, Rory Gallagher, Thin Lizzy, y un sinfín de
bandas veteranas. Reivindicaciones con las que apetece rascarse el
bolsillo.
Con actuaciones en la península aún
muy recientes (en algunos lugares, como Madrid, ante no mucho más de
cuarenta personas. Qué vergüenza ¡!!), los tres jovencísimos
músicos han venido a defender un trabajo más que soberbio en su
concepción y ejecución.
“Army Of Three” es su tercer
trabajo, segundo en estudio. Un disco de buen blues rock, arropado
con una descarado trabajo instrumental por parte de los tres
miembros. Un sonido potente, una voz rota pero que se ajusta como un
guante a las composiciones ásperas y macizas de los hermanos
McMahon.
Un disco que se abre con todo un
puñetazo, “Take Me Higher”. Reminiscencias de Whitesnake o Bad
Company, y de grupos también veteranos como Thunder. En la línea
del mejor hard británico. Qué bien pinta la cosa.
La absoluta cabeza visible,
obviamente, Virgil McMahon, un chaval que en 2013 fue nombrado mejor
guitarrista de los British Blues Awards. Ahí es nada. Solos de vieja
escuela británica, rítmicas solventes y con cierto sabor a muro de
sonido. Con el apoyo de una base rítmica absolutamente eficaz: su
hermano Gabriel, todo un entusiasta a los parches, y Jack Alexander
Timmis, todo un fiel escudero a las cuatro cuerdas, empastando el
sonido de la banda.
La primera parte es arrolladora, con
el mencionado “Take Me Higher” como detonador, y los dos
trallazos que le siguen, “Blow To The Head” (Hendrix en
chupitos), o “All Night Long” (banda sonora ideal para una noche
de juerga).
Y temas absolutamente deliciosos, que
nos sosiegan un poco de tanta tralla, como la inmensa “Love
Agression”, o “Through The Night”, donde reinan el buen gusto y
la sencillez.
“Give It Up” e “It Burns”
continúan con la tradición del mejor rock británico. O “Stand
Up” y su contundente riff.
“Anymore” y su sosegado tempo nos
recuerda que estos chicos también han mamado del mejor blues de las
islas.
El final viene también a ser
tranquilo, con la a ratos folkie “Free” y su convincente apoyo de
teclados.
Un disco con un magnífico equilibrio,
sobre todo teniendo en cuenta que lo ejecutan tres chavales que hasta
hace poco seguramente pateaban balones en alguna ciudad inglesa. Unos
adultos ya para este difícil negocio de la música, donde bandas
jóvenes como ésta hacen que imaginemos que igual en un futuro no
tan lejano estemos ante unos grandes que han basado esa grandeza en
reivindicar a sus mayores.
Gustazo de disco.
Ritchie Moreno
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