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1977 |
Finales
de los 70. Tras casi una década facturando alguno de los mejores
trabajos del mal llamado “rock sinfónico” (yo prefiero el
término “progresivo”, lo de sinfónico me parece un poco carca y
mucho más serio de lo que el género realmente es), la banda
liderada por Jon Anderson y Chris Squire, había entrado en un ligero
bache compositivo, que se reflejó en un álbum un tanto, o bastante
irregular como “Relayer”.
Los excesos y autocomplacencias de la
época de “Tales From Topographic Oceans” se habían dejado notar
y, tras la huída de uno de los pilares básicos del grupo, como Rick
Wakeman, y su sustitución por el discreto Patrick Moraz, no habían
alcanzado, ni mucho menos, el nivel de épocas pasadas.
Así que el grupo tuvo
que replantearse la jugada y, tras convencer de que volviera al
anárquico y siempre espectacular, para bien y para mal, Wakeman, era
hora de comenzar el fin de la década con un golpe de autoridad. A
Wakeman no hubo que insistirle mucho, el tipo estaba como loco en
volver a subir a la nave.
Así que cogemos los
bártulos, nos vamos a un lugar tan idílico como el lago Leman, a
los pies de los Alpes, en Suiza, a ver sin podemos arreglar ésto
antes de que se nos vaya definitivamente de las manos. Vamos a
relajar también el nivel de complejidad, ya que los tiempos no están
para suites de 20 o 26 minutos, y la gente empieza a demandar temas
más directos y asequibles. Aunque éso parece ser que con Wakeman no
va.
El sigue a lo suyo, con su grandilocuencia, su pomposidad, sus
excesos tecladísticos, y sus puestas en escenas barrocas y un tanto
anacrónicas. Un tipo que complica discos que no deberían ser tan
complicados. Por eso, y por alguna cosa más, algunos somos tan
“die-hard” fans de rubio teclista, jejejeje.
“Going For The One”
consta tan solo de cinco temas (menos mal que iba a ser un disco más
directo, jejejeje), pero se empiezan a notar ciertas concesiones a la
comercialidad que, hacía unos años, ni se nos pasaban por la
imaginación.
El inicial y homónimo
tema ya nos da una idea de que algo cambia. Howe se permite el lujo
de meter hasta slides, un elemento absolutamente desconocido en los
temas de la banda. Eso sí, las increíbles armonías vocales, marca
de la casa, siguen ahí, pero en otro registro más amable. Una
canción dinámica, que contrasta con la “bajona” que proporciona
el siguiente tema, “Turn Of The Century”, una canción
increíblemente tranquila, sosegada, invernal y melancólica, supongo
que una consecuencia de los alucinantes parajes en los que el grupo
se sumergió para grabar el disco. Bellísima.
Cuando ya casi nos
quedamos dormidos con el anterior tema, la alegría y el bullicio de
“Parallels” nos despierta de golpe, para sumergirnos en oleadas y
oleadas de teclados, cortesía del bueno de Rick. Teclados en los que
predomina un órgano sublime, atronador, que lo inunda todo. Todo
menos los incesantes fraseos de Howe, otro que va
a lo suyo. Lo dicho, un
tema alegre, de esos que proporciona el bueno rollo suficiente para
enfrentarse al a veces jodido día a día.
La tranquilidad y el
sosiego vuelven con “Wonderous Stories”, el tema más corto del
álbum con sus casi 4 minutos de duración, en los que Anderson toma
el mando de las operaciones. Para mi gusto, también, el tema más
flojo del disco.
Y, para el final, toda
una delicatessen, esta vez, en plan clásico. Los Yes más clásicos
reaparecen para firmar una de las canciones más emblemáticas, para
este humilde redactor, de su carrera. La sublime “Awaken”. Toda
una experiencia onírica, en las que todos, absolutamente todos, los
miembros de la banda dan todo lo mejor de su experiencia.
El grado de
tecnicismo y las atmósferas de un tipo como Rick Wakeman se hacen
sentir aquí más que nunca. La parte central de esta suite, en la
que dejan solo al rubio teclista, es toda una montaña rusa de
sensaciones, desde la tranquilidad más absoluta, al agobio más
terrorífico, todo ello separado por unos pocos minutos.
Espectacular.
A partir de ese momento, esta canción pasa a ser todo
un “must” en sus conciertos. Anderson alcanza con su voz niveles
absolutamente angelicales, y las armonías vocales alcanzan cotas de
delirio. Toda una experiencia mística, como solo un grupo como Yes
saben proporcionar.
Me gusta pensar que este
fue el último gran disco de los Yes clásicos. Un disco con el que,
si se hubieran retirado, hubieran puesto fin a la carrera de un grupo
mítico, irrepetible.
Decidieron prolongar
esta carrera mucho más tiempo, afortunadamente, pero las sensaciones
ya no han sido las mismas desde entonces.
Mención aparte para la
portada del disco que, aunque confeccionada por todo unos
profesionales como Hipgnosis, nos hace echar de menos aquellas
maravillas con las que el increíble Roger Dean nos obsequiaba en
cada entrega del grupo.
Un clásico entre
clásicos.
Ritchie Moreno
Los viejos YES vuelven a la carga con un nuevo trabajo en directo. En esta ocasión no se trata de una gira con las canciones de su último trabajo (el decepcionante "Heaven & Earth"), se trata de dos de sus discos mas emblemáticos, "Going for the One" (1977) y "The Yes Album" (1971) los que la banda británica ofrece a su público.
Alrededor de noventa y cinco minutos donde observar como les ha sentado el tiempo a estos veteranos clásicos; canciones y músicos.
Pues ante lo visto en el dvd (también existe la versión Blue ray) que acompaña al doble cd y a otras actuaciones que la banda ha ofrecido este Verano y que se pueden visionar en internet, la banda disfruta de una exquisita madurez-vejez, y es que aunque Steve Howe parece mas mayor de lo que es, su destreza con todo tipo de guitarras nos sigue mostrando que hay músico para rato.
Esa "Slide" en "Going for the One" tocada con absoluta maestria, ese baño de multitudes que se pega con la acústica en "The Clap", está solamente reservada para unos pocos elegidos, tipos como Jimmy Page o él mismo.
El otro miembro mas longevo de la banda, y que es el único superviviente desde el primer álbum es Chris Squire. "Fish", como se le conoce, ha engordado lo suyo en los últimos años, y debajo de sus enormes manos y dedos, su bajo parece el juguete de un niño. Pero las notas que fluyen de ese bajo y que son tan características dentro de la música de Yes siguen apareciendo a día de hoy; al igual que el carisma del mítico músico londinense.
Alan White es el otro superviviente desde los años setenta. El que fuera batería de la banda de John Lennon y que debutase con Yes en el monolítico "Tales From Topographic Oceans" sigue impartiendo clases magistrales de batería como quien masca chicle. Es posiblemente el batería con mas naturalidad del mundo que he visto tocando su instrumento. Obviamente en directo borda todo "Going for the One", disco en el que ya participó, y adapta a su estilo "The Yes Album", un disco que grabó Bill Bruford, un batería con una forma de tocar muy diferente de la de Alan White.
Geoff Downes es el que menos me convence de estos Yes actuales. El teclista de Asia es un músico muy bueno, pero yo sigo echando de menos a Rick Wakeman...
El tema del vocalista parece resuelto a corto-medio plazo. Con Jon Anderson y Benoít David fuera, la banda se ha reforzado con un cantante americano con muchas tablas dentro del Rock progresivo.
John Davison, vocalista de los Prog-Rockeros americanos Glass Hammer, rescata parte del tesoro que la banda poseía con Anderson como cantante.
Davison es un buen vocalista que canta muy muy parecido a John Anderson, y su presencia en directo mas que una copia la veo como un homenaje que el público también parece entender así.
La verdad es que este "Yes at the Bristol Hippodrome" es un directo muy disfrutable, siendo una suerte poder ver y oír como suenan en directo y del tirón algunas de las mejores canciones de la historia del Rock de los setenta, que van desde "Parallels" a "Starship Troopers", con "Going for the One", "You're is no Disgrace", "Perpetual Change", "Awaken"...
Caído en Little Big Horn
Yes, para mí acabó en el momento en que Howe y Wakeman decidieron pirarse, la verdad. Todo lo que hicieron en los ochenta me parece decepcionante. Es sólo una opinión, caballero. Pero me quito el sombrero ante esta entrada.
ResponderEliminargracias por tus comentarios. Steve Howe se fue pero ha vuelto casi siempre y Wakeman igual.
ResponderEliminarEl único disco que me ha devuelto sensaciones como las que se describen es ese "Union", de hace ya algunos años, con miembros de los antiguos y nuevos Yes, entre ellos, el que revalorizó la banda y le dio una segunda juventud, Trevor Rabin.
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