MARILLION-PROGPORTAJE!: "MISPLACED CHILDHOOD" & "CLUTCHING AT STRAWS"

Confieso que tengo sentimientos encontrados con este disco. Después de dos obras maestras como fueron “Script For A Jester’s Tear” y “Fugazi”, las ganas que tuve por aquel entonces de disfrutar de una nueva dosis de dramatismo, soledad, desesperación, etc… en forma de música, se me vieron un poco traicionadas con este trabajo. Encontré un disco cálido, nostálgico, que reivindicaba amores perdidos, recuerdos de la niñez, y unos aires celtas más que notables. Pero…. muy poco de esa rabia contenida, de esa locura en forma de desesperación, de ese existencialismo que dominaba los dos primeros discos.

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1985
  Incluso encontré a un Fish menos Fish que en otras ocasiones. Sin parte de ese agresivo y gabrielesco tono suyo que daba miedo en algunas canciones. Un Fish reposado, que se pasa gran parte del disco recitando en lugar de cantando.

  El primer sorbo de este trabajo engaña. Esa intro atmosférica con “Pseudo Silk Kimono” parece que nos va a devolver a ese aura misterioso que Marillion tan bien dominan. Eso solo un instante, pero un instante emocionante. Porque “Kayleigh” nos descoloca por completo. Una canción pop en toda regla, de esas que han abrasado las radio-fórmulas hasta conseguir que más de uno, entre los que me cuento, ha llegado casi a odiar. Si, señores, fue la primera incursión de Marillion en el mainstream, con lo que el misterio y el dolor de sus anteriores obras quedaban casi diluidos. Una pena el abuso que han hecho con este tema que, de no haber sido ametrallado sin piedad, podría hasta ser una gran canción.

 Pasado el disgusto que nos provoca oir por enésima vez “Kayleigh”, nos encontramos con otro golpe de efecto. Tampoco muy agradable. “Lavender” y su aire de canción infantil, muy conectada con el título del disco, sigue impacientando a los fans de la vieja guardia. A esos que queremos oir aullar a Fish.

 Con “Bitter Suite”, la parte más interesante del disco, se empiezan a arreglar un poco las cosas. “Brief Encounter” es una de esos maravillosos tempos atmosféricos en los que Mark Kelly se hacía dueño y señor del asunto, y te proponía volar hasta donde tu imaginación quisiera. En mitad de esa orgía de teclados, la guitarra de Rothery hace de las suyas, y hasta podemos distinguir percusiones de cierto aire étnico. Pero se hace corto, muy corto este viaje. Algo más de ese aire no le hubiera venido mal al disco.

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 “Heart Of Lothian”, otra de las mini-suites que componen este disco, nos acerca al lado más escocés y celta del disco. Una reivindicación, supongo, de Fish, militante de las tierras altas donde los haya. Aunque también aquí encontramos melodías semi-infantiles como “Wide Boy”, no muy afortunadas.

La segunda parte se abre con otra exhibición de Kelly en “Waterhole (Expresso Bongo)”, con más percusiones étnicas por ahí. Esta segunda parte esconde otro de los momentos salvadores del disco, “Blind Curve”, con sus nueve minutos de fantasía marca de la casa, y algún momento dramático, cortísimo, como en pequeñas dosis, un goteo que a muchos nos hubiera gustado alargar.

Intrascendentes las dos piezas que cierran, “Childhood’s End” y “White Feather”.
Con este disco, Marillion empezaron a jugar en la Primera División, y eso les pasó factura. Musical y personalmente. Algunos de sus miembros, Fish especialmente, no asimilaron precisamente bien el pasar de tocar en antros y tugurios a llenar estadios. Los excesos y roces ya empezaron a asomar en una banda que se había dejado ya de muchos de los dramatismos y toques neo-prog  que adornaron su primera época, y que se asomaba tímidamente a otro tipo de rock, ése que gusta de aparecer en las emisoras FM de medio mundo
 Empezaban a perder, y esto es una opinión personal, gran parte de la magia y el misterio. ¿¿¿ O quizá no????








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1987
Clutching At Straws”. Algo así como “agarrándonos a un clavo ardiendo”. Que buen título para este disco. Ya la portada del siempre presente Mark Wilkinson, oscura y sin la luminosidad de otras ocasiones, te prepara para lo que vas a encontrar dentro.

Un álbum casi conceptual con la historia de Torch, un supuesto descendiente del bufón que adorna casi todas las portadas del grupo hasta ese momento, sumergido en los problemas personales, los abusos de drogas y alcohol, etc, bien refleja el ambiente que rodeaba a la banda por aquel entonces. La música es casi una plasmación en vinilio de lo que ocurría en Marillion a finales de los años 80.

Un mal digerido éxito con su anterior trabajo, “Misplaced Childhood”, llevó a algunos de sus componentes, especialmente a Fish, a una situación casi límite, en la que el hacer buena música casi ya pasaba a un segundo plano.

Curiosamente, esa mala baba que se respiraba, y esa incomunicación en la que alguno de los miembros había caído, fue el caldo de cultivo casi perfecto para que Marillion retomaran, esta vez, esa senda tortuosa y dramática con la que, hasta “Misplaced…”, todos les habíamos identificado. Los temores, las inseguridades, los miedos, etc, impregnan todo este disco. No hay mal que por bien no venga.

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Marillion jugando al "Chapolo"
En este trabajo vamos a encontrarnos de nuevo con canciones reflexivas y crispadas como la que abre el disco, “Hotel Hobbies” (atentos a esa violencia sónica que se desata en este tema). La máxima expresión del miedo, del terror, lo podemos notar en la monumental “White Russian”, uno delos mejores temas que Marillion jamás han grabado, y que cuenta las terribles condiciones en la que se puede llegar a vivir privado de libertad, en un gulag, en una prisión, en un campo de exterminio… tremendo ese “Where do we go from here ???” que abre la canción. Los pelos como escarpias, señores, en el final de este tema, con la guitarra de Rothery aullando un solo dramático, los teclados de Kelly inundándolo todo, y Fish en un tono entre agresivo y suplicante que da auténtico pavor. Toda una montaña rusa de sensaciones.

“Going Under”, que no fue incluída en principio en el vinilo, pero que si lo fue posteriormente en las versiones en CD, es otro de esos temas que bien podrían haber formado parte de “Script…” o “Fugazi”. Algunos sonreímos con satisfacción al escuchar canciones, maravillas acústicas como ésta. Hemos vuelto a casa.

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También queda algún poso del tipo de temas que tan bien les funcionaron en “Misplaced”, como “Warm Wet Circle” o “Sugar Mice”, y alguno de esos cortos, cortísimos momentos atmosféricos en los que Mark Kelly se desboca.
“Incommunicado” podría ser, sin lugar a dudas, la “Garden Party” de este disco.
Y momentos intimistas, como los de la suave “Torch Song”, o “That Time Of The Night”.


En otras palabras, del blanco (“Misplaced…”), pasamos al negro. Muy negro esta vez. Un álbum opresivo y claustrofóbico. Como debe ser un buen disco de Marillion. El último con Fish, al que no sabemos si terminaron expulsando del grupo, o decidió abandonar por iniciativa propia.

A partir de ese momento, todos conocemos la historia. Otro cantante, otro grupo (como muchos opinamos desde entonces). Ya nada fue lo mismo. Pero me alegro de que el final de esa maravillosa época fuera un disco como éste.


Ritchie Moreno





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