Akerfeldt
es un tipo listo.
No
solo ha sabido llevar el mando de una nave como Opeth durante muchos
años, una banda que todavía le suena a algunos a death, o grind, o
doom, o la burrada que a Vd. se le ocurra, sino que, después de
otear el horizonte, y dejarse asesorar por individuos como el
inquieto Steven Wilson, ha sabido transformar ese grupo en una
superbanda que toca ahora casi todos los palillos rockeros. Creo que,
a estas alturas del partido, llamar ya “heavy metal” a este
grupo, es un error evidente.
Si
señores… ese hombre que desgranaba hasta hace poco voces
guturales, ahora se rodea de ritmos con influencias unas veces
bucólicas, otras veces jazzys, algunas de los 60-70… Prog,
amigos…. Prog en su estado más puro.
Este
radical cambio le habrá hecho perder, seguramente, muchos de sus
antiguos seguidores. Pero me apuesto lo que querais a que ha ganado
muchos, muchísimos más con este giro. Un servidor, por ejemplo.
Los
mimbres estaban ya puestos con su anterior trabajo, “Heritage”,
que ya empezó a descolocar a a alguno. Ni Dios se esperaba ese
cambio tras discos como “Ghost Reveries” o “Watershed”,
discos que, si bien habían bajado el octanaje respecto de sus más
antiguos discos, aún se mantenían en la ortodoxia Opeth. Bueno…
pues ésta es la versión mejorada de ese “Heritage”.
¿Qué
te vas a encontrar en este trabajo? Pues… vayamos por partes…
Teclados
viejunos, muy viejunos. Casi calcados de bandas semi-olvidadas como
Gentle Giant. Pero eficaces, muy eficades, como demuestra el tema que
abre el disco, “Eternal Rains Will Come”. Salida en tromba, con
toda una exhibición instrumental que, tras un tramo reposado y
amable, da paso a un tema más lineal. La inclusión de un teclista
como Joakim Svalberg, que se unió a la banda poco después de la
grabación de “Heritage”, le ha dado otra dimensión al sonido
del grupo, y es, me atrevería a decir, tan protagonista en este
disco como el propio Akerfeldt. Atentos también al trabajo de Martin
Axenrot a la batería, un espectáculo que se prolongará a lo largo
de todo el disco.
Guitarras,
tanto eléctricas como acústicas. Algunos acusan a Akerfeldt de
haber relegado a un segundo plano a las primeras, en favor de los
teclados. Bueno, opiniones hay, como en todo. Yo no estoy tan de
acuerdo, sobre todo oyendo temas como “Cusp Of Eternity”, donde
las seis cuerdas eléctricas llevan todo el peso. El tema más
rockero del disco, quizás. Lástima que me rechinen un poco esos
coros. Y con un solo de guitarra largo, no como en otras canciones
del disco, donde se me hacen excesivamente cortos.
Temas
largos, con cambios de tiempo y de registro, como manda la ortodoxia
prog: “Moon Above, Sun Below”. Piezas acústicas incrustadas en
mitad de tiempos más rockeros, a lo “montaña rusa”.
Piezas
acústicas como también lo son “Elysian Woods” (que parece un
tema desechado de “Damnation”, por su languidez y sus bases
acústicas y de mellotron), o “River”, donde la tranquilidad y el
sosiego predominan.
Experimentación,
como en “Goblin”, un tema instrumental con distintas texturas, en
el que predomina la faceta mas “jazzy” del grupo.
Ambientes
siniestros, como en algún pasaje del tema que abre este trabajo, y
que ya hemos comentado, y algún otro de la magnífica “Voice Of
Treason”, donde queda en el ambiente cierto regusto al “Kashmir”
de Zeppelin, gracias a esas bases orquestales de cuerda.
Y,
para el final, y para mi gusto, la pieza estrella del disco: la
inmensa y excelsa“Faith In Others”, un tema que, por su
dramatismo y melancolía, bien podría haber formado parte de ese
otro artefacto que los suecos se sacaron de la manga hace unos años
(y que casi les cuesta también un disgusto con los fans más
ortodoxos), y que ya hemos mencionado, que llevaba por título
“Damnation”. Otra pieza donde, por poner un pero, el solo de
guitarra es excesivamente corto. Bello pero… cuando parece que va a
llegar el climax… se acaba. Coitus Interruptus le llamo yo a éso.
Resumiendo,
si te ha gustado, por ejemplo, un disco tan increíble como el “The
Raven That Refused To Sing”, del amigo Wilson, éste sigue su
estela sin ninguna duda. Las referencias a bandas progresivas
clásicas, y a otras no tan conocidas (yo incluso encuentro
similitudes en algunos pasajes a grupos tan “demodé” como los
italianos PFM) son evidentes, y eso creo que es una buena noticia: el
resurgir del prog-rock más clásico. Trabajos como éste te hacen
poder reivindicar grupos setenteros sin temor a que te tachen de
rarito o de ratón de biblioteca-discoteca. Y a mucha honra… oiga
Vd.
Un
firme candidato a disco del 2014.
Ritchie Moreno
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