Joder, que difícil
resulta definir el término “grunge”. Yo soy de la opinión de
que, en ese saco, malintencionadamente, se incluyeron a muchas bandas
que poco tenían que ver con Nirvana, los presuntos inventores del
género. Si acaso, la ubicación geográfica, Seattle, una ciudad que
en los noventa hervía, musicalmente hablando.
Porque, vamos a ver…
díganme Vds, que coño tiene que ver una banda tan influenciada por
el rock clásico americano de siempre, como Pearl Jam, con los
aullidos maníaco-depresivos de Cobain. O que cojones hace una banda
como la que vamos a comentar, Soundgarden, dignos herederos del
sonido Black Sabbath, con esa misma historia. El caso era poner
etiqueta, si o si, aunque ello conllevara el meter la pata de manera
atroz.
En fin, hechas las
pertinentes aclaraciones personales y, como diría mi padre, vamos al
lío…
“Badmotorfinger”
fue el tercer trabajo de la banda de Chris Cornell y cía. Una
compañía que había sufrido varios cambios de alineación, y que,
en este trabajo, encontró la formación que todos denominamos como
“clásica”. Cornell y su increíble manera de cantar, alcanzando
agudos a los que muy pocos se han acercado. Thayil y su guitarra
extraña, unas veces aullante, otras, ululante.
Difícil clasificar
el estilo de este hombre, en apariencia tranquilo y sosegado, pero
capaz de desatar tormentas de notas sin control, perfectas para los
desquiciados temas de Soundgarden. Y una base rítmica al alcance de
pocos grupos en este planeta. Shepherd y Cameron forman una sociedad
en este disco que en algunos momentos se hace dueña y señora del
cotarro. Saturación de graves, golpeo incesante… como si cada uno
de los músicos fuera por libre pero, al mismo tiempo, ese caos
formara parte de un todo homogéneo.
Con la dinámica “Rusty
Cage” empieza ese caos organizado. Un tema que sabe a aceite de
motor, e igual de denso. Esa densidad va a ser, al mismo tiempo, el
denominador común de casi todos los temas de este trabajo. El
dinamismo se interrumpe hacia el final del tema, convirtiéndolo en
una canción que se arrastra, enfangada, por territorios psicodélicos
inexplorados. De psicodelia saben también un rato estos cuatro
elementos.
Le sigue “Outshined”,
un medio tiempo entre sugerente y amenazador, con un estribillo
demoledor, que da paso a una pesada, muy pesada (en el sentido más
Sabbath de la palabra), “Slaves And Bulldozers”, con esa
chirriante guitarra de Thayil, y un Cornell aullante que casi escupe
trozos de laringe del esfuerzo al que somete a su garganta.
SOUNDGARDEN o la semilla del Grunge |
La desquiciada,
pero al mismo tiempo eficaz, “Jesús Christ Pose”, es quizá el
punto álgido y más significativo del disco. Este tema define
claramente el estado musical en el que la banda se encontraba en
ese momento, y sirvió para patentar el sonido característico de la
misma. Toda una experiencia, y un clásico al mismo tiempo.
Cuando aún no nos hemos
repuesto de la experiencia anterior, “Face Pollution” y su
urgencia nos golpean sin miramientos. Un tema casi punk, veloz,
corto… y cortante.
Shepherd firma la
siguiente, “Somewhere”, otro tema en el que reconocemos la marca
del sonido que posteriormente hará perfectamente identificables a
Soundgarden. La psicodélica parte final se hace un poco larga y
monótona, algo que quizás no venía a cuento.
Yo particularmente noto
la parte más grunge de este disco en “Searching With My Good Eye
Closed”. Ahí si noto quizás la influencia de Cobain y Nirvana. Es
por ello por lo que puede que sea uno de los temas en este disco que
menos me llama la atención. El nivel del resto está muy por encima.
Cornell y cia haciendo sangre! |
En algún sitio
escuché que este era uno de los álbumes más representativos de
“heavy metal” de todos los tiempos. Yo no me atrevería a decir
tanto… ni siquiera a tachar este disco como “heavy metal”, pero
supongo que todas esas conclusiones las sacó alguien escuchando
“Room A Thousand Years Wide”, y su poderoso riff. Uno de los
temas más potentes del disco, Cornell recitando y Thayil ululando su
guitarra en un segundo plano, mientras el riff te golpea. Venga,
vale… vamos a considerar ésto como auténtico metal, aunque ese
¿solo? de saxofón me rechina, y nunca mejor dicho, bastante.
La parte final del disco
se abre con “Mind Riot”, quizá otro de los temas prescindibles,
y Sabbath vuelven a reencarnarse en “Drawing Flies”, con una
buena dosis también de rock clásico setentero. “Holy Water” es
otro tema pesadote, quizá algo deslabazado, pero con fuerte
influencia también del rock 70’s.
Nos vamos con “New
Damage” y su aire bluesy, pantanoso. Para mi gusto, en esta última
parte del disco, Soundgarden abandonan un poco su esencia principal
para empaparse, pero bien empapados, de sus principales influencias.
Este grupo en esa época
se convirtieron en una auténtica superpotencia, y algún avispado
ejecutivo de la discográfica se dio cuenta del filón, intentando
reconducir a la banda por senderos más convencionales. Aún darían
algún coletazo de su poder en el siguiente, y potente aún,
“Superunknown”, que combina la fiereza de este disco con esos
derroteros mainstream a los que me refiero. Lástima que esa potencia
se fuera diluyendo poco a poco en posteriores entregas, hasta
quedarse casi en algo testimonial.
Uno de los mejores discos
de rock duro de los últimos tiempos, al que algunos aún rendimos
pleitesía.
Ritchie Moreno
Pues nada tiene que ver: Soundgarden era Sabbath, los Stooges, Hendrix y Cream
ResponderEliminarAlice In Chains Black Sabbath y Metallica, Nirvana Husker Du, Pixies, los Beatles (en los estribillos) y Pearl Jam Zeppelin, The Who y Neil Young
Dicho esto, discazo y entradón. Léete la mía del Superunknown; es la última que he escrito. Un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarGracias, amigo. ¿Dónde puedo leer la tuya del Superunknown?
EliminarPrecisamente estaba pensando escribir una entrada de este sensacional BadMotorFinger...pero tu lo has hecho estupendamente. Gran disco y gran entrada!! ...y ya de paso muy recomendable también la del amigo Alex.
ResponderEliminar