BLACK SABBATH: "THE ETERNAL IDOL" 1987

Que BLACK SABBATH estaban más perdidos que "El Holandés Errante" a mediados de los ochenta lo tenían claro hasta en Birmania.

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Un Iommi completamente desnortado desde la huida de Ronnie Dio, lo intenta con Ian Gillan primero y con Glenn Hughes después, pero nada; Black Sabbath hacen aguas y parece que los padres del Heavy Metal van a entrar en colapso.

Y eso que "Born Again" y "Seventh Star" son dos discos cojonudos, pero este último ya no debió de salir con las palabras Black Sabbath encima del bigotazo de Iommi. Desafortunadamente para él, su banda seguiría cuesta abajo unos cuantos años más.

"The Eternal Idol", no se salvará del ostracismo, las pocas ventas y de las afiladas plumas, que en algunos casos no dudarán en hurgar en la herida pese a que las nueve canciones son bastante majas.

A Iommi le gafaron cuando iban a grabar en la isla caribeña de montserrat. Algún ser demente le envió un paquetito con una mierda (excremento) dentro y una nota para que se la comiese (la mierda) ; buen comienzo sí...

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De entrada el que no se comió ningún marronazo fue Ray Gillen. El elegido como vocalista para las nuevas canciones del álbum  "Tomó las de Villa Diego" después de grabar las demos. Parece ser que acabó hasta las narices del bueno de Tony y se las piró al continente para formar los imprescindibles Badlands; estupenda elección.

Así que el bigotudo de Aston se ve obligado a pescar a Tony Martin, que sin ser Gillen hace un trabajo muy bueno. Mola esa voz entre Don Dokken y Coverdale, que en ocasiones alcanza matices que recuerdan a Dio y que casan a la perfección con los tempos del álbum y de los riffs del padre del invento.

Como ya sabréis, de Black Sabbath aparte de Tony sólo queda el nombre. Esperando la llegada de Martin imagino que en una cala con una caipiriña en mano estaban los bajistas Bob Daisley y Dave Spitz, el batería Eric Singer y el teclista Geoff Nicholls, este último uno de los asalariados a tiempo completo durante la década de los ochenta.

El disco suena 80´s total, y de verdad que algunos temas están casi a la altura de la leyenda; con esto quiero decir que al escuchar "Lost Forever" experimentas sensaciones que habías sentido con parte del material que la banda había grabado con Dio.

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 Esas canciones cuasi míticas, con los riffs marca de la casa, eran perfectas para el año 87, año en el que los Sabbath eran vistos como un producto caduco entre los emergentes y triunfantes Guns N Roses o los remozados y americanizados Whitesnake; poco o nada podía rascar un grupo visto como un dinosaurio esperando su "Armagedon".

Si el disco como lo conocemos es bueno, cantado por Ray Gillen es todavía mejor. Desde hace seis años se puede disfrutar de un remozado "The Eternal Idol" que contiene un segundo disco con ocho de los nueve temas que salieron en la edición original cantada por Martin, sólo "Scarlet Pimpernel" falta a la clase magistral impartida por un Gillen desatado y que me parece el sucesor perfecto para Dio.

Su chorro mejora los notables cantos de Martin en una estratosférica "Lost Forever" o en la semi terrorífica canción que titula el álbum. 

Lo que hubiese pasado con los Sabbath en una hipotética gira con Gillen, el disco cantado por él o incluso más incursiones suyas en el seno de la banda queda obviamente en terreno especulativo. En cambio, disfrutar de su voz en estas sesiones y del disco cantado por Tony Martin sí es una realidad palpable que un buen aficionado al Rock duro clásico y al Heavy Metal no debe dejar escapar. 

El Hijo de Ron Keel



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