BLACK SABBATH "50 años de VOL 4"

 En el año de Nuestro Señor de 1972, cuatro individuos de mala calaña de Birmingham, una ciudad fea e industrial situada en pleno corazón del Reino Unido, habían vendido su alma al Diablo pocos años atrás. Éste, en recompensa, les había dado la habilidad de parir tres álbumes de rock sucio, oscuro y denso, que para sorpresa de muchos, habían sido un completo éxito y habían sentado las bases de un género que no tomaría conciencia de sí mismo hasta algunos años después: el heavy metal.

Porque, sí amigos, creo que hay poca gente que discuta que Iommi, Butler, Ward y Osbourne son los verdaderos inventores del género que tantas satisfacciones nos produce a algunos.

Su primer disco, el homónimo “Black Sabbath” había sembrado el pánico en las listas, no solo por su sobrecogedora portada, sino por temas que eran la perfecta banda sonora para pasar una noche en un caserón abandonado con una tormenta fuera.

Con el segundo, “Paranoid”, ya pasaron a un estatus de “estrellas del rock”, para bien, y para mal: empezaron los excesos, y éstos empezaron a notarse en el tercer trabajo “Master Of Reality”, ya no tan accesible como sus primeros dos discos.

Y qué nos encontramos en 1972, con la banda a punto de entrar en el estudio de nuevo ? Cansancio y hastío, fruto de las giras a las que les obligaron sus anteriores discos. Drogas, drogas y más drogas, algo en lo que la banda gastaba las ingentes cantidades de dinero que entraban en sus cuentas. La cocaína pasó a ser el quinto miembro del grupo.

Esos abusos comenzaron a generar las primeras fricciones en el grupo: Bill Ward, el batería, estuvo a punto de ser despedido, por diferencias musicales con el resto. La leyenda dice que “Vol 4” costó 135.000 dólares, de los cuales, 75.000 fueron gastados en cocaína. Todo un chollo para los “dealers” de Los Ángeles, ciudad donde decidieron grabarlo. Con esas trazas, las cosas no pintaban muy bien.

Pero estos tipos, drogados y todo, se las ingeniaron para sacar un disco más que interesante, donde la creatividad y la experimentación ganaron terreno, abriendo nuevos caminos para el sonido de la banda, algo que ya sería un “must” en sus siguientes trabajos. Por supuesto, las críticas a sus anteriores discos habían sido feroces, y con éste disco ese nivel de crítica no iba a bajar, ni mucho menos. Pero, a día de hoy, se ha demostrado que los cuatro de Birmingham sabían mucho más de música que todos aquellos medios que les vapulearon.

SABBATH durante el tour australiano del 73

Vamos a desgranar los entresijos de este artefacto:

El disco comienza con “Wheels Of Confusion / The Straightener”. El comienzo, una breve intro lenta y melancólica, da paso a un riff marca de la casa, repetitivo y pesado, donde el único que no parece que vaya a piñón fijo es Bill Ward. Y el cambio de ritmo, a mitad de la canción, nos introduce ya por caminos más progresivos, de ésos que la banda iba a empezar a experimentar a partir de este trabajo. Todo un viaje en los casi ocho minutos de duración del tema.

“Tomorrow’s Dream”. Ni intros ni hostias, el riff de Iommi entra a saco, con esa afinación tan característica del Maestro de lo Oscuro. Un tema bastante básico, menos experimental que el anterior, y con la duración justa. Uno de esos temas que recomendarías a alguien que no conociera el sonido de la banda.

“Changes”. El título no es porque sí… un piano ? Un mellotrón ??? En Sabbath ?????? Pues si amigos, y Ozzy cantando como si acabara de enamorarse. Definitivamente, las cosas iban a cambiar con este disco. Un tema para obviar absolutamente.

“FX”, más experimentación. Sonidos inquietantes, nada de instrumentos. Este tipo de temas los utilizarán Sabbath en posteriores discos. Como para meter más miedo, y esas cosas.

“Supernaut”. Cuántas bandas del llamado género “Stoner” no habrán mamado de esta canción… Te la pones, y a ratos parece que estás escuchando a Kyuss. Gran solo del Maestro de lo Oscuro, con esos fraseos que ya son inconfundibles. Y hasta un mini-solo de batería de Bill Ward. Para un servidor, el mejor tema del disco.

“Snowblind”. A estas alturas… qué se puede decir de uno de los temas más reconocibles, no solo de Sabbath, sino del metal de todos los tiempos ? Hay una anécdota con respecto a esta canción. Dentro de la espiral de drogas y excesos en los que la banda se encontraba, cuando llegó el momento de grabar el tema, Ozzy se dedicó a “trolearla”, gritando “Cocaiiiiine” al final de cada estrofa. Por supuesto, la discográfica tomó cartas en el asunto, y suprimió de la grabación los gritos de Ozzy alabando a la blanca sustancia. Muchos años después, en su “Speak Of The Devil”, Ozzy tomó cumplida venganza, gritando la palabreja con toda la rabia de la que era capaz en su versión de la canción de ese disco.

“Cornucopia” es uno de esos temas terroríficos de la banda, con esa atmósfera insana, a medio camino entre el rock y el folk. Y los cambios de ritmo a los que nos tienen acostumbrados, pasando de lo más denso y pesado, a las partes más dinámicas.

Con “Laguna Sunrise” vuelve la experimentación: vamos a hacer un tema acústico. Bucólica y campestre, Ozzy se toma aquí un descanso (otra raya ?) para que Iommi explore nuevos sonidos con las seis cuerdas. 

Sigue la extraña “St Vitus Dance”, una mezcla de pop y ritmos metálicos que, por algún motivo, no desentonan uno con otro. Una canción con mucho aire 70s, que supongo era más accesible para televisiones y radios que el resto del repertorio sabático.

Muchos años después, en su “Speak Of The Devil”, Ozzy tomó cumplida venganza, gritando la palabreja con toda la rabia de la que era capaz en su versión de la canción de ese disco.

 El disco lo cierra “Under The Sun / Every Day Comes And Goes”: intro “black-metal”, amenazadora,  que sin embargo da paso a un tempo no tan denso ni pesado como a los que estamos acostumbrados con estos tipos. Y éste, dando paso a un tempo más rápido y dinámico… constantes cambios de ritmo. Otro tema muy muy progresivo.

 Este trabajo descolocó a más de uno, y hay quien lo tiene de referencia precisamente por eso, por esa irreverencia que mostraron grabándolo. No es un disco fácil, tanta experimentación se le atragantó a mucha gente. De lo que estamos seguros es que, a partir de entonces, la banda se sintió más cómoda haciendo lo que más les apetecía y, para nuestro disfrute, tenemos trabajos suyos tan de reglamento como “Sabbath, Bloody Sabbath”, como experimentales como “Never Say Die” o “Technical Ectasy”.

  Toda una amalgama de sonidos que aún a día de hoy sientan cátedra en muchas de las bandas que van surgiendo. Pocos grupos son capaces de decir que no tienen influencia de Sabbath en sus discos, y los que lo hacen, lo dicen con el mayor de los orgullos.

  No es para menos, Black Sabbath es patrimonio de la historia del Rock, y por supuesto, patrimonio nuestro.

 Ritchie Moreno 



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